lunes, 28 de abril de 2008

"LA DANZA EN EL DIVÁN", artículo publicado en diario La Nación

Domingo 27 de abril de 2008

Por Rodrigo Alvarado E.

Expertos hablan de triunfos y derrotas en la Semana de la Danza.
La danza en el diván.
El martes se conmemora el Día Internacional de la Danza y los bailarines saldrán a zapatear por todos los espacios públicos.

La historiadora María José Cifuentes y los coreógrafos Vicente Ruiz y Karen Connolly desmenuzan fenómenos como el aumento de bailarines y la distancia que mantiene la danza contemporánea con el público.En la televisión todos los programas de bailes han sido un éxito desde el "Música libre" a "El baile", pasando por el también añejo "Baila domingo" y el contemporáneo "Locos por el baile". Todos con ratings sobre los 20 puntos. Sin embargo, la realidad de la danza fuera de la televisión no tendría ni un punto de rating si se midiera con el people meter. La coreógrafa Karen Connolly, con años de circo en televisión y en los escenarios de Chile, dice que no hay que confundir baile con danza.
"Me gustaría que hubiese programas destinados a las compañías, obviamente no tendrían el rating de los programas que hay ahora, pero hay que enseñar de qué se trata la danza y sus técnicas", sostiene, y agrega que "ha habido un crecimiento impresionante de compañías y eso ha generado mucho más público que antes, también los festivales destinados a crear audiencias, como Teatro Físico, Danza Mayor, Danza a Mil, Video Danza y Movimiento 06".
Constanza Córdovez, gestora del primer Festival Iberoamericano Movimiento 06 que finaliza hoy, hace un balance positivo de las seis semanas que duró el evento, a pesar de desarrollarse en el apartado Teatro Camino.
"Ha asistido mucho público, pero igual hay cosas que mejorar, debemos generar más intercambio con las compañías extranjeras. ¿El lugar? No, el tema es cambiar el hábito, y los medios deben preocuparse más de la danza", dice.
Y es que a pesar del desarrollo de nuevas audiencias y la gran cantidad de bailarines en la escena artística, aún faltan muchas cosas por mejorar en difusión, gestión, patrimonio y teoría. De hecho, cuando la historiadora María José Cifuentes realizó una investigación que derivó en el primer libro de danza chilena, "Historia de la danza en Chile: visiones, escuelas y discursos 1940-1990", sólo se encontró con críticas de Yolanda Montecinos. Hoy prepara, junto a un grupo heterogéneo de profesionales y un Fondart, el segundo tomo, correspondiente al período 1990-2000, que echa luz sobre los procesos que sufrió la danza contemporánea.

BAILAR PARA QUIÉN
La realidad habla de más de 15 compañías. El dato viene de Cifuentes, quien hizo una consultoría para una web de danza latinoamericana. Pero el número es ilusorio. "Son compañías que en los últimos siete años habían presentado al menos un espectáculo. No son estables, existen en la medida que se juntan a presentar un proyecto al Fondart", explica la historiadora. Descontando al Banch, que es un ballet contemporáneo que recibe subsidio directo del Estado, sólo se contarían La Vitrina y Danza en Cruz. Por otro lado, hay nueve universidades que imparten la carrera de Danza Profesional, cosa que en 1990 sólo hacían la Universidad de Chile, Arcis y El Espiral. "Los alumnos van en aumento año a año. Todavía no sabemos qué va a pasar con esta cantidad de bailarines que están saliendo, porque no tienen campo, ni compañías, ni posibilidad de previsión", advierte la historiadora, según quien muchos bailarines están viviendo del trabajo pedagógico en universidades y "sobre todo yoga y gente que se metió en televisión, que está dando harta plata a los bailarines". En los noventa ocurrió otro fenómeno importante. Los cuerpos eran tan técnicos (Chile clásicos, Espiral modernos y Arcis contemporáneos) que los coreógrafos empezaron a trabajar con actores: Vicente Ruiz, Magali Rivano, Elizabeth Rodríguez, Paulina Mellado y José Luis Vidal, entre otros. "Hubo un quiebre con el público. Se importaron muchas técnicas que se formalizaron en las universidades: el release, el contact, el butoh, pero no se asimilaron para un público chileno, se bailaba danza pensando que estaban en Europa. Nadie le avisó al público". Según Vicente Ruiz, "la influencia mayor fue Claude Brumachon, que sin ser una técnica aglutinó a muchos bailarines. Además, en Chile todo ha llegado de afuera, tenemos una disposición al colonialismo. Tenemos que encontrar una identidad relacionada con nuestros cuerpos latinoamericanos: patrimonio y vanguardia van juntos". Consciente de eso, Cordovez implementó en Movimiento 06 los "Diálogos de percepción" entre público y creador. "Hay gente que no ve danza porque cree que no lo va a entender; aquí la gente pudo conversar con los creadores, se va con otra idea", agrega.

PATRIMONIO
A nivel de políticas públicas, la danza se reúne en torno al concepto de área. En Fondart se reparten 150 millones de pesos y en las mesas que organizó el Consejo de la Cultura y las Artes, el mayor reclamo pasó por la creación de un Consejo de la Danza y la cuestión previsional. "Pero para que el trámite se haga legal se necesitan entre nueve y doce años", se lamenta María José Cifuentes. A nivel patrimonial, los mismos coreógrafos no documentan sus trabajos y cuando lo hacen no los cambian de formato. La historiadora tiene en su casa archivos, libros, diarios de vida de Malucha Solari, trajes bordados de las danzas barrocas de Sara Vial, fotos de Ernst Uthoff y Patricio Bunster. Karen Connolly cuenta que hay otro tanto en Prodanza y reconoce que propuso dos años un Proyecto Bicentenario para hacer un archivo virtual de la danza chilena, y las dos veces fue rechazado. "Si yo supiera cómo sacar la lotería, ya sería rica", ironiza. Según Cifuentes, "se necesita un lugar para guardarlos y donde se puedan visitar; ojalá esté contemplado en el Centro Cultural Gabriela Mistral, aunque se prometió un teatro para la danza y ahora resulta que allí se va a meter teatro y fotografía. Ojalá en un solo espacio no se paguen todas las deudas históricas". Y a la hora de la autocrítica, Vicente Ruiz es categórico: "Hubo una convocatoria del consejo y la embajada para hacer residencias en México, y no hubo postulantes. Hay un proceso de integración desfasado entre recursos e interés de la gente. Pero hay pasión en los estudiantes, hay muchas cosas que sabremos en cinco o seis años más".

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